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"EL HOMBRE ENCUENTRA A DIOS DETRÁS DE CADA PUERTA QUE LA CIENCIA LOGRA ABRIR"

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(Albert Einstein)

VERDAD Y JUSTICIA

"¿No tienes enemigos?
¿Es que jamás dijiste la Verdad o jamás amaste la Justicia?"
(D. Santiago Ramón y Cajal )







16 noviembre 2008

¿Existe el Trastorno déficit de atención e hiperactividad?




28 de octubre de 2008.- Según el Congreso Nacional de la AEPIC de 2006 el Trastorno por Déficit de Atención de con Hiperactividad (TDAH) afectaba al 5% de los niños españoles. Pero expertos españoles reunidos recientemente aseguran que afecta a un 7% de la población infantil y un 5% de la población adulta. También opinan que sólo un 1% de está bien diagnosticado y tratado, y que en España, en comparación con otros países europeos, se tarda mucho en detectar y tratar correctamente. Pese a ello los informes de frecuentación asistencial son unánimes: es la primera causa de demanda de consulta en los servicios de psiquiatría infanto-juveniles en España. ¿Qué sucede? ¿Realmente hay tantos casos, o son hijos inquietos de padres hiper-atareados?
Veamos, el TDAH es un trastorno caracterizado por alteraciones de la atención, la actividad y el autocontrol. Es conocido desde el siglo XIX, pero su valoración como enfermedad no se produjo hasta los años 70. A partir de entonces, se convirtió en uno de los principales problemas de salud mental infanto-juvenil, aumentando progresivamente hasta motivar en la actualidad casi la mitad de las consultas en esas edades. Asimismo, se sabe que el 70% de los niños con TDAH seguirá presentando problemas en la adolescencia y hasta un 50% presentara síntomas residuales en la edad adulta.
Ahora bien, muchos expertos y clínicos opinan que el asunto está inflado, que algunos o muchos de los que llegan a las consultas con un presunto diagnóstico de TDAH son sólo niños inquietos, desatendidos o maleducados. Parece que muchos de estos problemas se deben a la imprecisión de los límites entre el TDAH verdadero y otras alteraciones o disfunciones, que van desde los malos tratos a trastornos bipolares, trastornos de ansiedad, consumo de sustancias o simples problemas de comportamiento social.
Un reflejo de esta imprecisión es que los datos epidemiológicos oscilan entre fuentes que hablan del 2% al 9% de incidencia en población infantil y otras que llegan hasta el 33% de los niños en edad escolar. Pero para otros la causa es que la tolerancia del conjunto familia-escuela es mínima y convertirlo en un problema sanitario alivia a padres y educadores, aunque la consecuencia sean miles de consultas y millones de tratamientos de dudosa indicación y efectividad.
Así pues, para abordar el tema con garantías es necesario separar el grano de la paja, es decir, núcleo patológico de las condiciones y consecuencias familiares, escolares y sociales. Asimismo habrá que diferenciar el tratamiento de los síntomas centrales, que requiere un abordaje farmacológico, de la resolución de anomalías conductuales, cognitivas y sociales, que requiere intervenciones psicológicas, educativas y familiares. Obviamente esto está muy bien a nivel teórico, luego no es tan sencillo a nivel práctico, ya que requiere actividades coordinadas entre los recursos sanitarios, educativos y sociales, y esto no es sencillo.
En definitiva, parece que estamos ante un grave problema socio-sanitario, que además afecta a una población extremadamente sensible: nuestros hijos. Sin duda vale la pena reflexionar sobre ello. ¿Usted qué opina?

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