DIOS Y LA CIENCIA

"EL HOMBRE ENCUENTRA A DIOS DETRÁS DE CADA PUERTA QUE LA CIENCIA LOGRA ABRIR"

"En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento"

(Albert Einstein)

VERDAD Y JUSTICIA

"¿No tienes enemigos?
¿Es que jamás dijiste la Verdad o jamás amaste la Justicia?"
(D. Santiago Ramón y Cajal )







08 noviembre 2008

Análisis del riesgo de ahogamiento en epilépticos


Bell GS, Gaitatzis A, Bell CL, Johnson AL, Sander JW
Drowning in people with epilepsy: how great is the risk?
Neurology 2008; 71(8): 578-82
Es conocido que las personas epilépticas presentan un mayor riesgo a sufrir ahogamiento que los sujetos sanos, aunque sólo existían datos aislados sobre la envergadura del riesgo.
En este estudio se aborda un análisis de la bibliografía, en el que se identifican 51 cohortes de sujetos epilépticos dónde se pudo estimar el número de muertes por ahogamiento en epilépticos y el número de personas-año en riesgo. Los datos se tomaron del Servicio de Información de la OMS y de la Oficina Nacional de Estadística del Reino Unido.
Las ratios estándar de mortalidad (SMR) se calcularon con un intervalo de confianza del 95% para cada cohorte, para grupos de cohortes y para la población total. Se observa un total de 88 muertes por ahogamiento en comparación con las esperadas en población no epiléptica (4,7) siendo la SMR de 18,7. El análisis por grupos muestra riesgos significativamente aumentados en sujetos epilépticos (SMR: 18), en aquellos con epilepsia y discapacidad (SMR: 25,7), en pacientes institucionalizados (SMR: 96,9) y en aquellos que han sufrido la escisión del lóbulo temporal (SMR: 41,1).
Después del análisis de los datos recogidos, se concluye que el riesgo de ahogamiento en pacientes epilépticos se incrementa en un factor de 15-19 en comparación con la población general, siendo importante que tanto los pacientes como sus cuidadores estén alerta a esta posibilidad para prevenir muertes.

07 noviembre 2008

Trastorno por déficit de atención e hiperactividad: un problema actual

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno del desarrollo normal del niño, manifestado por una exagerada e inapropiada hiperactividad, impulsividad y dificultad para mantener la atención. Su etiología es desconocida.

El diagnóstico se fundamenta en criterios clínicos recogidos en la 4.ª edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV). Una detección y tratamiento precoces ayudarán a controlar los síntomas, mejorando el aprendizaje escolar y las interacciones sociales.

Objetivo. Describir las características epidemiológicas y clínicas de los pacientes con TDAH valorados en la consulta de Neurología Pediátrica del Hospital Universitario de Salamanca durante un período de 2 años.

Material y métodos. Estudio observacional transversal, en niños diagnosticados de TDAH en la consulta de Neurología Pediátrica desde enero de 2004 hasta diciembre de 2005, ambos meses inclusive.

Se analizan las variables de edad, sexo, antecedentes personales y familiares relacionados con el TDAH, síntomas al diagnóstico, tratamiento y respuesta terapéutica.

Resultados. El número de niños estudiados fue de 83 (87 % de varones). El 32,5 % fueron diagnosticados durante el período de estudio.

El 84 % de los pacientes tenían edades comprendidas entre los 3 y los 8 años en el momento del diagnóstico. La principal vía de derivación a la consulta fue a través de los equipos psicopedagógicos del Ministerio de Educación.

Se hallaron antecedentes familiares relacionados con TDAH en un 38,5 % de los pacientes, entre los cuales destacaban: ansiedad, depresión, epilepsia, debilidad mental y TDAH. La mitad de los pacientes tenían antecedentes personales de interés: prematuridad (16,5 %), síndrome fetal alcohólico (SFA) (14,4 %), crecimiento intrauterino retardado (CIR) (4,8 %) y convulsiones (19,2 %).

La asociación de déficit de atención e hiperactividad se observó en el 65 %. El déficit de atención como único síntoma se observó en un 7,2 % de los casos.

Más de un tercio de los pacientes presentaron retraso motor. Se constató un retraso escolar en el 62 % de los niños y del lenguaje, en un 41 %.

Ambos retrasos se asociaron en un 20,3 % de los niños. En 44 pacientes se realizó un estudio psicométrico; se halló un cociente intelectual inferior al normal en el 40 %.

El tratamiento con metilfenidato se pautó en el 65 % de los niños, manifestando efectos secundarios el 27,7 % de los niños tratados (anorexia, cefalea y alteraciones del sueño).

La evolución con tratamiento multidisciplinario fue favorable, con mejoría del comportamiento y del rendimiento escolar en un 61 % de los niños valorados.

Conclusiones. El TDAH presenta una elevada incidencia, predominando en varones de 3-8 años. Los antecedentes familiares y personales están presentes en la mitad de los pacientes. El principal motivo de la derivación a la consulta médica fue el retraso escolar.

El subtipo clínico predominante es la combinación de déficit de atención e hiperactividad con predominio de la hiperactividad.

La asociación del retraso motor y del lenguaje es frecuente en estos niños. El tratamiento con metilfenidato fue efectivo en un porcentaje elevado de niños.

Se alerta del preocupante aumento de casos de psicosis cannábica


Expertos en adicciones advirtieron en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Valencia que en los últimos años se ha producido un «incremento alarmante» de los casos de psicosis cannábica, debido a que la concentración de cannabinoides en las resinas de las plantas del cannabis es «mucho mayor que la que se consumía hace unos años». La UIMP acoge estos días un seminario que bajo el título «La adicción, una enfermedad» analiza el efecto que tienen en el organismo drogas como el alcohol, el cannabis o la cocaína.

En la actualidad se ha registrado un aumento de casos de psicosis cannábica, que entre otros efectos provocan alucinaciones o efectos delirantes, según confirmó Javier Romero, director del curso y del Instituto de Investigación sobre Drogas y Conductas Adictivas de la Universidad CEU-Cardenal Herrera.

España es uno de los países con mayor consumo de esta droga en el mundo y la edad de inicio se sitúa ya entre los 14 y 15 años. El cannabis produce efectos como euforia, somnolencia, relajación, alteración de la memoria a corto plazo, dificultad en la concentración y falta de coordinación motora.

Más migrañas, menos cáncer

Del amor al odio sólo hay un paso

El odio es un sentimiento biológico complejo que, a través de la historia, ha llevado a los individuos a cometer tantos actos heroicos como viles. Lo mismo que puede decirse del amor. Y es que lo primero que han descubierto un grupo de investigadores del Laboratorio de Neurobiología del Colegio Universitario de Londres es que ambas pasiones comparten dos estructuras cerebrales, una semejanza mayor que la presentada con cualquier otra emoción. Por eso, el dicho popular afirma que 'del amor al odio sólo hay un paso'.

Según los resultados publicados en PLoS One, el proceso cerebral de amar y odiar es muy parecido, ambos sentimientos activan regiones comunes en nuestro cerebro. Sin embargo, existe una diferencia fundamental ya que, mientras el amor inhibe una gran parte del córtex, en los procesos protagonizados por el odio no se observa dicha inhibición. Esto es lo que lo convierte en un sentimiento mucho más racional.

Para descubrir 'el circuito del odio', que es único, los investigadores observaron mediante imágenes de resonancia magnética el cerebro de 17 individuos (10 hombres y siete mujeres) mientras veían fotos de caras de personas por las que sentían una seria animadversión (cedidas por cada participante) alternadas con otros rostros neutrales, que no despertaban en ellos ningún tipo de sentimiento.

De esta forma vieron las áreas neuronales que se activan al odiar. Sus resultados muestran que la red que se pone en marcha con esta pasión irracional implica a dos regiones que juegan un papel importante a la hora de generar un comportamiento agresivo y en trasladar posteriormente esta conducta a la práctica. Dichas zonas son el putamen y la ínsula.

Según Semir Zeki, neurobiólogo del UCL y director de la investigación junto a John Paul Romaya, algunas regiones del córtex que se desactivan con el amor y que hacen que nuestras acciones sean irracionales, se muestran hiperactividad con el odio, “posiblemente el cerebro utilice esto para calcular mejor las acciones cuyo objetivo es hacer daño a la persona que odiamos”.

"El hecho de que las zonas del putamen y la ínsula también se activen por el amor romántico no es sorprendente, ya que ambas pasiones pueden conllevar actos irracionales y agresivos", explica Semir Zeki.

El trabajo descubre que el odio tampoco comparte un patrón cerebral con otros sentimientos con los que podría tener algo que ver, como la ira, el enfado o el miedo. La amígdala, el cingulado anterior, el hipocampo, las regiones medio temporales y la corteza orbifrontal no tienen ninguna función para odiar pero sí son importantes para los otros sentimientos mencionados. Otro de los hallazgos del equipo británico es que cuanto mayor es el odio que se siente hacia una persona, mayor es la actividad en las áreas cerebrales implicadas.

Para Zeki, además de ayudar a comprender mejor el funcionamiento del cerebro humano, "el descubrimiento puede tener implicaciones en otros ámbitos, como por ejemplo en los juicios a criminales". "Cada vez sabemos más del cerebro. Si es ético o biológicamente deseable interferir en estas emociones básicas humanas es otra cuestión que la sociedad debatirá a su debido tiempo", concluye.